Cuando uno decide hacer una ruta turística por España a veces lo que quiere ver no son solamente los paisajes. El nuestro es un país muy rico también en todo lo relacionado con la gastronomía, de ahí que esta sea una buena alternativa para hacer otro tipo de visita diferente. Desde los turrones vascos de Adelia Iváñez hasta las bicas gallegas, hoy vamos a hablaros de lugares imprescindibles… por sus delicias gastronómicas.
Vamos a empezar justamente por estos, los turrones de Adelia Iváñez, que se puede comprar tanto en la calle Correo de Bilbao como a través de su página web, para aquellos más impacientes que no puedan esperar. Nuestro país es el primer productor a nivel mundial de este manjar típico de la Navidad pero que se puede degustar en cualquier época del año. Y aunque la fama se la llevan los que salen de Alicante, en Bilbao también se fabrican los mejores turrones y sus variedades desde hace generaciones para los más finos paladares.
La bica gallega es otro de los manjares más baratos y de mejor saber que se pueden encontrar. Se trata de una especie de bizcocho tradicional esponjoso y jugoso que se prepara con los ingredientes naturales de siempre y añadiendo nata. Es un dulce delicioso y fácil del que dicen los lugareños que se tomaba con el licorcafé por las mañanas para ir después a trabajar el campo con energía en el cuerpo. Ahora muchos lo prefieren para desayunar, como merienda, postre… Todas las horas del día son perfectas para es jugosa y ligero dulce que es propio de la zona de Trives y también de la Ribeira Sacra, ese enclave que además es de los paisajes más bonitos que podemos encontrar en Europa. Un cañón del Sil, por el que atraviese el río de este nombre para ser afluente después del caudaloso Miño.
Si uno pasa por Madrid, hay dos cosas que no puede dejar de tomar nunca: el chocolate con churros y las torrijas. El chocolate con churros se sirve normalmente para desayunar o incluso a la hora de la merienda. Es bastante contundente pero lo cierto es que el contraste amargo y dulce de sus sabores lo convierte en una combinación deliciosa y perfecta. Es muy típico de los meses más fríos, donde en la capital suele hacer bastante rasca. Algunos prefieren cambiar los churros por porras, cuya masa lleva más agua y las hace de mayor tamaño y más esponjosas.
Como decíamos, típicas de aquí son también las torrijas, que suelen hacerse cuando se acerca la época de Semana Santa. Este alimento era de origen humilde, ya que se hace con el pan que sobraba de otros días, para aprovecharlo. Este se mojaba en leche o en vino y después se rebozaba en huevo y se freía en la sartén. Una vez escurrido al máximo, para dejarlo lo menos grasiento posible, ya que empapa mucho aceite, se adereza al gusto con azúcar, canela, etc.
Por su parte, el que ha ido a las islas Baleares sabe que la ensaimada es uno de sus productos estrella, un símbolo, un producto tradicional y de éxito por su sabor. Está compuesta por una masa de harina, agua, azúcar, huevos y manteca de cerdo. Asimismo, existen dos tipos, lisa y de cabello de ángel, pero siempre en forma de espiral. Es de fabricación artesanal, y están hechas a mano. Hay que tener en cuenta que la buena ensaimada varía de textura y sabor entre su parte central y los bordes. Y es eso que va en todas las cajas redondas o con forma octogonal que le vemos a los extranjeros en las colas de facturación colgando de las manos.
Las Yemas de Santa Teresa son el dulce más típico de la provincia de Ávila. La popularidad de este dulce lo ha convertido en la actualidad en una especie de suvenir ligado a la ciudad de Ávila. Su aspecto en forma de pequeñas bolas de color anaranjado y presentadas en una cápsula de papel blanco las ha hecho muy populares. El nombre que reciben les viene en honor de Santa Teresa de Jesús. Son muy fáciles de preparar en casa siguiendo una sencilla receta.
Un dulce exquisito: el sobao pasiego
El visitante de fino paladar que desea conocer los manjares de España no puede pasar por el norte sin dejar de degustar el famoso sobao o sobao pasiego, un producto de repostería típico de la comarca cántabra de los Valles Pasiegos. Su popularidad ha hecho que sea unos de los productos más conocidos de la gastronomía de Cantabria, comercializándose hoy en día en toda España. Realmente, se ignora el origen histórico de este bizcocho, aunque con toda probabilidad fue producto del uso espontáneo de las materias primas comunes en el entorno rural cántabro, como son la mantequilla y la harina. La adición de azúcar no parece probable que fuese anterior al siglo XIX, dado el carácter escaso y lujoso de esa sustancia en fechas anteriores.