Descubre cómo logré que me dejaran de salir llagas en la boca.

Si hay algo que me ha marcado (y no precisamente de forma agradable) son las dichosas llagas en la boca. Las he sufrido toda mi vida, esas pequeñas heridas que, aunque diminutas, son capaces de arruinar cualquier momento.

Seguro que ya sabes de lo que hablo ¡Te afectan en todo! El simple hecho de comer algo salado, o de incluso decir una frase normal, hacía que se convirtiera en un suplicio. Y claro, llega un punto en el que piensas: «¿En serio tengo que vivir con esto para siempre?».

Afortunadamente, hoy estoy aquí para decirte que no. Tiene solución, te lo aseguro, o al menos algo que lo cure mucho mejor y lo mejore, porque créeme: yo lo conseguí y quiero contarte cómo.

El inicio de mi lucha con las llagas.

La primera vez que recuerdo haber tenido una llaga fue en el colegio. Era bastante pequeña, y me dolía tanto que ni siquiera podía disfrutar de mi bocadillo de nocilla. Mi madre decía que era por morderme la lengua o los labios, pero con el tiempo, me di cuenta de que no siempre era así. Las llagas aparecían sin previo aviso y se quedaban como invitadas no deseadas durante días, a veces incluso semanas.

En mi adolescencia también lo pasé bastante mal, sobre todo en las temidas épocas mensuales en las que las mujeres sufrimos el típico “síndrome premenstrual” ¡Era horrible! Me salían granos, me encontraba fatal y encima ahí estaban otra vez, las llagas molestándome a la hora de hacer cualquier cosa.

Con el paso de los años, me di cuenta de que no era solo un tema de mordiscos accidentales. A veces, simplemente con comer algo ácido o picante, o cuando se me bajaban un poco las defensas (por el SPM como te conté antes) ya tenía una llaga al día siguiente. Y no te imaginas lo frustrante que era intentar evitarlas, porque a veces parecía que daba igual lo que hiciera, ahí estaban.

¿Las llagas tienen un origen emocional?

Aunque parezca raro, el estrés juega un papel enorme en la aparición de llagas. Durante años, no me di cuenta de lo mucho que afectaba mi estado emocional a mi salud. En épocas de exámenes o cuando estaba más preocupada por cualquier tema personal, las llagas aparecían con más frecuencia. Fue entonces cuando empecé a buscar información sobre esta relación y descubrí que el estrés puede debilitar nuestro sistema inmunitario y favorecer estas heridas.

Para intentar reducir el impacto del estrés, probé varias cosas. Una de las más eficaces fue incorporar técnicas de relajación a mi rutina diaria, como el yoga y la meditación. Y aunque al principio no creía mucho en ellas, debo admitir que funcionaron. Con el tiempo, noté que, al reducir mi nivel de estrés, las llagas tardaban más en aparecer. No es que se solucionara todo mágicamente, pero sí marcó una diferencia.

La búsqueda de soluciones.

Lo cierto es que a lo largo de mi vida he probado de todo. Desde remedios caseros que me recomendaban familiares y amigos, hasta productos específicos de farmacia. Recuerdo haberme aplicado bicarbonato directamente en las llagas porque alguien me dijo que ayudaba a cicatrizarlas más rápido. ¿El resultado? Un ardor infernal y ni rastro de mejoría (y por cierto, estaba bastante feo de sabor).

En otra ocasión también probé con infusiones de manzanilla, que, aunque aliviaban el dolor momentáneamente, no solucionaban el problema. Incluso llegué a pensar que podría ser por culpa de mi alimentación, así que empecé a controlar lo que comía: dejé de lado los cítricos, los chocolates y todo lo que creía que podría ser el causante. Pero nada, las llagas seguían apareciendo, como si mi boca tuviera su propia rebelión interna.

La solución definitiva: entre farmacias y descubrimientos curiosos.

Lo cierto es que mi gran cambio comenzó en una farmacia. Me recomendaron un gel bucal específico para aliviar las llagas y favorecer su cicatrización, y aunque al principio era un poco escéptica (porque ya había probado productos similares antes) la cosa me sorprendió; de hecho, lo interesante de este gel en particular es que venía en varios sabores, algo que me pareció bastante curioso.

Los trabajadores de Farmacia El Ancla fueron los que me lo recomendaron, y era un gel bucal de sabor a frutas del bosque. Y esto puede sonar trivial, pero cuando llevas años sufriendo con productos de sabor medicinal o directamente desagradable, encontrar algo que además sabe bien es casi un milagro, y lo mejor es que este gel no solo calmaba mi dolor, sino que curaba las llagabas más rápido.

Como noté un montón de cambios positivos, empecé a usarlo cada vez que notaba que me iba a salir una llaga o cuando ya tenía alguna. El alivio era inmediato, pero lo que realmente marcó la diferencia fue usarlo de forma constante. Poco a poco, las llagas dejaron de ser tan frecuentes, y cuando aparecían, desaparecían mucho más rápido.

¿Qué aprendí en el proceso? 

Lo primero que entendí es que las llagas en la boca no siempre tienen una sola causa. En mi caso, descubrí que el estrés y la falta de vitaminas (especialmente B12 y hierro) jugaban un papel importante, así que comencé a cuidar más mi alimentación e incluso tomé suplementos cuando fue necesario. Comencé a incorporar más alimentos ricos en hierro, como espinacas y legumbres, y a asegurarme de consumir suficiente vitamina B12 a través de alimentos fortificados y suplementos. Además, empecé a cuidar mi hidratación, porque mantener la boca seca es otro factor que puede empeorar las llagas. Poco a poco, mi cuerpo empezó a responder mejor, y las llagas se volvieron menos frecuentes.

Además, me di cuenta de que ciertos productos de cuidado oral que usaba a diario, como pastas de dientes con sulfatos, podían estar irritando mi boca y favoreciendo la aparición de llagas; así que decidí cambiarme a una pasta de dientes más suave. En paralelo, comencé a usar un colutorio suave para evitar irritaciones y mantener la boca limpia. Los enjuagues bucales fuertes a veces empeoraban el problema, pero al cambiar por uno sin alcohol y con ingredientes calmantes, noté que las llagas se curaban más rápido.

Por último, entendí que no hay que subestimar los productos especializados, ya que es cuestión de ir probando; realmente no existe un producto concreto que sirva para todo el mundo en todas las situaciones ¡es lógico! Cada uno tenemos un cuerpo y una situación, por lo que tenemos que ir probando hasta encontrar el adecuado para nosotros (aunque esto pueda suponer un gasto de dinero y de tiempo, claro está).

Para mí, ese gel bucal con sabor a frutas del bosque fue un antes y un después, porque además de ser efectivo, hizo que el tratamiento no fuera un fastidio. A veces, pequeños detalles como el sabor pueden marcar la diferencia en tu constancia al usar un producto.

Hoy, libre de llagas (o casi).

Ahora puedo decir que las llagas ya no son un problema constante en mi vida. Sí, de vez en cuando aparece alguna, pero ya no duran tanto ni son tan dolorosas como antes. He aprendido a identificar los desencadenantes y a actuar rápido para prevenirlas.

Por ejemplo, si sé que voy a pasar por un periodo de mucho estrés, tomo precauciones extra: hidratarme bien, evitar alimentos irritantes y, por supuesto, tener a mano mi gel bucal favorito.

Sé que para muchos las llagas pueden parecer algo sin importancia, pero cuando las sufres con frecuencia, se convierten en un problema que afecta tu día a día. Por eso quise compartir mi experiencia, porque sé que hay personas que están pasando por lo mismo y quizá no han encontrado una solución que realmente funcione para ellas.

¿Y tú, qué puedes hacer si sufres de llagas? 

Si sufres de llagas tranquilo, ya has podido comprobar que tiene solución ¿verdad?

Mi consejo es que empieces por entender qué puede estar causando tus llagas. No siempre es fácil identificarlo, pero prestar atención a tu alimentación, niveles de estrés y productos de cuidado oral es un buen comienzo. Recuerda que realizar una analítica también puede serte de bastante utilidad para controlar tu estado de salud, sobre todo si además te preocupa este problema en concreto. Puedes comunicárselo a tu médico para que te realice una analítica que se base en controlar los niveles de vitamina B12 y en detectar posibles deficiencias vitamínicas.

Y, por supuesto, no dudes en probar productos específicos para tratarlas. Las farmacias tienen opciones muy buenas, y seguro que das con un montón de profesionales que están dispuestos a ayudarte en lo que necesites. Al final, cada persona es un mundo, pero lo importante es no resignarse a vivir con molestias que tienen solución. Así que, si estás cansado de las llagas en la boca, te animo a que pruebes algunos de estos consejos. ¡Quién sabe! Quizá pronto puedas decir, como yo, que las llagas ya no son un problema en tu vida.

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