Me presento. Soy periodista, pero de deportes. No he tenido valor para dedicarme a algo más trascendental o peligroso. Nunca he querido que me relacionen con una determinada ideología y mucho menos he tenido la fuerza para irme por ahí fuera como corresponsal de guerra. Sin embargo tengo un amigo que sí tenía este sueño, quería contar lo que pasaba en esos lugares en los que nadie es tan valiente como para entrar. Y con él suelo reunirme cada vez que vuelve a España en El Molí, un establecimiento panadería y cafetería que tenemos en mi ciudad, donde me cuenta todo lo que ha vivido. Esta última vez hemos hablado de Siria, un país, o más bien una gente, que necesita de nuestra ayuda.
La verdad es que este país está sufriendo muchísimo, sus habitantes lo pasan cada día peor. Su propio dictador les ataca, a la población civil, arguyendo que en realidad son ataques contra los insurgentes, y la propia oposición también lucha en un territorio donde, además, por su estratégica situación geográfica los terroristas de Estado Islámico tienen intereses, así como otras potencias del entorno.
Pero lo dicho, quienes sufren son los habitantes. Tanto allí como aquí, los que logran llegar. Vemos en las noticias imágenes que no debería ver jamás, con refugiados pasando frío
por toda Europa y viviendo en condiciones de miseria, a los que casi apartamos de nosotros, pero resulta que, como me explica mi amigo, esos son los privilegiados, entre comillas. Son los que tienen algo más de dinero para pagarse un caro viaje para escapar de su país. Y encima ni siquiera todos tienen la fortuna de llegar después de un recorrido tan duro.
Para mí, entendiendo que todos son víctimas, la peor parte se la llevan los niños, que no entienden de intereses, de petróleo, de nacionalismos ni nada por el estilo. Solamente desean ir a su colegio y poder seguir jugando con sus amigos. Y tener juguetes, algo tan básico para un pequeño europeo, es una suerte entre los más jóvenes que apenas tienen un techo allí donde refugiarse del sonido al que más acostumbrados están, el de las bombas. Pequeños que no tienen la culpa de nada de lo que pasa a su alrededor.
Pues como os decía, yo siento que, con mi profesión de periodista, no puedo viajar allá. No tengo ese valor. Sin embargo sí me gustaría dar a conocer la situación que viven estas personas y animar a los demás a que hagan lo mismo, que se conciencien con lo que está pasando no muy lejos de nosotros y luchen a través de organizaciones sin ánimo de lucro y asociaciones para prestarles su ayuda.
Como primera acción, me gustaría contaros que en Madrid van a tener lugar unas jornadas en las que se va a hablar de este tema y a las que no estaría de más acudir para enterarnos de primera mano, sin manipulación alguna, de qué sucede.
Las jornadas
Estas jornadas, “Madrid con Siria”, tendrán lugar el próximo 27 de este mes, y en ellas representantes de las organizaciones Cascos Blancos, Sham el Jair y la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS) ofrecerán sus testimonios sobre la situación en el país.
Junto a Amer Hijazi, presidente de la AAPS, ofrecerán su testimonio Raed Alsaleh, director de Cascos Blancos; Ahmad Youssef, voluntario de Cascos Blancos; Halil Resuloglu, presidente de la ONG siria Sham el Jair; Mohamad Alskaf, responsable de la ayuda humanitaria de Sham el Jair; e Ignacio Álvarez Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante y coordinador de Oriente Medio y Magreb en la Fundación Alternativas. El acto será presentado por Karim Hauser, responsable de Gobernabilidad de Casa Árabe.
La Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS) es la única ONG española que envía ayuda humanitaria de forma regular al interior de Siria, y trabaja en colaboración con otras ONGs y asociaciones en el terreno para que el envío de ayuda humanitaria sea efectivo y llegue a los que más lo necesitan.
Dos de estas asociaciones son Cascos Blancos (nominados al premio Nobel de la Paz en 2016) y Sham El Jair, formadas ambas por civiles sirios. Los voluntarios de estas organizaciones han sabido mostrar la humanidad de la sociedad en medio del cruel conflicto. Es por ello que la AAPS quiere hacer llegar su testimonio a la sociedad española para visibilizar su trabajo y la situación en la que se encuentra la población civil siria dentro del país.