Es imposible pensar en Halloween sin pensar también en estos personajes de la cultura mexicana, porque es que ya sea en los multitudinarios desfiles del Día de los Muertos en México o en las fiestas de Halloween locales de los demás lugares del mundo, las calles se inundan de chicas ataviadas en sus vestidos coloridos y el tradicional maquillaje de calavera, algunas incluso acompañadas por un acompañante masculino cadavérico, muy elegante de traje y sombrero.
Sin duda, se han convertido en uno de los símbolos más icónicos de México y en una fiebre a nivel mundial siendo el disfraz más llevado de Halloween. Y si, de seguro que ya te has disfrazado un par de veces del personaje, pero ¿sabes cuál es la historia que esconden estas misteriosas doncellas? Disfrazarte, especialistas en disfraces para todas las ocasiones, te invita a conocerla.
Un pasado lleno de misterio
“Ni siquiera la gente de Aguascalientes conoce bien la historia de la Catrina”, asegura Agustín Sánchez González, uno de los historiadores que más ha profundizado en este icono del folclore mexicano.
Dice esto, ya que Aguascalientes es la ciudad natal de José Guadalupe Posada, el padre de la Catrina que hoy conocemos, aunque la figura no se llamaba así en un primer momento.
La Catrina es una figura femenina con más de 100 años de historia creada por el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada. Originalmente se llamó “La Calavera Garbancera” y suponía una burla a los indígenas que se habían enriquecido y menospreciaban sus orígenes y costumbres. Posteriormente, el muralista Diego Rivera la bautizó como “La Catrina” y le dio gran difusión a este arte. El mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” es otra obra reconocida, elaborada en esta ocasión por Rivera en 1947, donde se representa a sí mismo con la catrina, junto con Frida Kahlo y José Guadalupe. Dicha obra actualmente se encuentra en el Museo Mural Diego Rivera en Ciudad de México.
Posada da a luz a la Calavera Garbancera
Posada se conoce como el mejor grabador de México y uno de los más reconocidos del mundo por sus calaveras. Aunque se le atribuyen más de 20.000 grabados y litografías, apenas 100 corresponden a este tipo de caricaturas de personajes de la cultura popular, que se realizaban única y exclusivamente para el Día de Muertos (que en México es el día 2 de noviembre), y que iban acompañadas de textos satíricos y burlones.
Estos textos satíricos o poemas también son conocidos como calaveras o calaveritas, en las que se ridiculiza a un conocido representándolo como un esqueleto que simboliza que, tarde o temprano, todos moriremos. Es muy probable que de ahí surja el mito de la Catrina como retrato de la muerte. Sin embargo, la intención inicial de Posada era mofarse de un personaje de la cultura popular.
Su obra más popular y que dio vida a la primera Catrina de México fue “La Garbancera,” más, Posada jamás llegó a ver en lo que se convertirían sus calaveras años más adelante.
Posada muere en febrero de 1913 y la calavera apareció en noviembre. Además de no llegar conocer la publicación que le dio reconocimiento y fama mundial, el artista murió, como mucho otros, en la miseria. Tanto es así, que sus huesos fueron a parar a una fosa común, y las planchas e impresiones, al olvido durante unos cuantos años.
La reinvención de las Garbanceras de la mano de Rivera
A Posada y su Catrina lo rescatan el pintor de origen francés Louis Henri Jean Charlote y su amigo Diego Rivera, el gran muralista mexicano, tan conocido por su obra como por su apasionada relación con Frida Kahlo.
Ambos querían construir una identidad mexicana después de la revolución. Así, en 1947 nace el “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central,” uno de los murales más conocidos de Rivera, en la que le otorga por fin un cuerpo a La Garbancera, que aparece tomando a Posada con una mano, y a un todavía niño Diego Rivera. Ahí comienza a conocérsele como Catrina, puesto que, en esa época, se denominaba catrines a los burgueses y aristócratas, que llamaban la atención por su elegancia y estilo europeo.
El origen del nombre no está muy claro y, como en el caso de los mariachis, se le atribuyen influencias francesas. Sin embargo, Rivera le dibuja una serpiente emplumada a modo de estola, que representa al dios Quetzalcóatl de los náhuatl, poniendole figura, vestido y nombre a la Catrina actual, que ha pasado a la historia como una crítica a la aristocracia de la época, aunque esta peculiar dama sigue diferenciándose de las otras por exagerada.
Cada una lleva vestidos ajustados y saturados de colores brillantes, sombreros anchos, abanicos y, aunque su rostro es el de la muerte, su pose coqueta apela a la festividad de la cult