Los problemas auditivos pueden marcar un antes y un después en la calidad de vida de las personas aunque a veces no seamos conscientes de ello. Cuando un anciano pierde audición damos por sentado que es normal y dejamos de atender a ese problema como se merece, y cuando es un niño o una persona joven quien no escucha con la misma claridad que los demás, tal vez le demos más importancia pero puede que no la suficiente.
¿Cuántas veces he oído a mi madre reñir a mi abuela pos subir el volumen de la televisión? No nos damos cuenta de que no lo hace para molestar, sino porque no la oye y no se da cuenta del volumen elevado en el que la pone porque no es consciente de ello.
Hace unos meses me di cuenta de que tampoco entiende lo que le decimos y a veces no es cuestión de gritarle, sino de hablarle despacio y con calma. Cuando está mirando algo o concentrada en otra cosa no sabe de qué le hablas, sin embargo, cuando está pendiente de ti y escucha algo al tiempo que ve el movimiento de tus labios, suele saber qué le estás diciendo o acertar en la mayoría de los casos.
A veces me imagino lo que es vivir en esa situación desde una edad temprana y comprendo lo complicado que debe ser vivir ciertas situaciones como tener 18 años e ir al cine con tus amigos pero no escuchar bien los diálogos y no poder leer los labios porque los actores hablan en inglés. También debe ser frustrante no poder seguir una conversación divertida en familia o que alguien te diga que pones la música demasiado alta. Y la realidad es que el resto de la sociedad no sabemos lo que es tener ese problema.
Facilidades sí, pero no medios para conseguirlas
Hoy en día hay muchos instrumentos y herramientas capaces de ayudar a las personas con falta de audición, desde los audífonos convencionales (sonotones) hasta los más modernos que apenas se aprecian en la oreja o, por ejemplo, unos auriculares inalámbricos especiales para personas con problemas que se ajustan a su dolencia de modo que pueden escuchar con nitidez la televisión, la música e incluso una obra de teatro. El problema es que, normalmente, estos aparatos no son precisamente baratos.
A raíz del problema que estamos viviendo en mi familia con mi abuela hemos recorrido muchos establecimientos especializados en problemas de audición y por fin hemos encontrado estos audífonos en Madrid que tienen la ventaja de adaptarse un poco más al bolsillo. Obviamente, dependiendo del nivel de sordera que tenga el usuario, el audífono es más o menos caro, e incluso su diseño puede variar el precio del mismo pero en Innovaudio podemos conseguir un audífono básico por menos de 580 euros cuando, en otros establecimientos, el precio no baja de los 1000 euros.
También he oído mucho hablar de los Centros Auditivos en Castelló y Valencia de Gaes porque suelen hacer promociones y ofertas realmente interesantes. A nosotros nos pilla un poco lejos y nos resulta más cómodo acudir a Innovaudio en Madrid pero los que vivan en el levante pueden acudir a estos centros donde también tienen precios bastante ajustados.
Lo que no podemos permitir es que personas que no tienen posibilidad de ahorrar el dinero que cuesta un audífono se vea aislada de la sociedad porque es incapaz de seguir una conversación, ver una película o incluso trabajar en según qué sitios debido a su falta de audición. Personalmente creo que deberíamos facilitarle las cosas a esas personas, tanto con ayudas económicas del Gobierno como por nuestra parte como miembros de una sociedad que, en ocasiones, es demasiado injusta.