Siempre he sabido que soy una persona muy positiva, de hecho me ponen muy nerviosa las personas negativas y el problema es que con el tema de la pandemia y todo lo que ha venido pasando en 2021 (y tal y como hemos empezado el 2021) lo único que ha hecho es fomentar que aparezcan más y más personas negativas por todo el planeta. Razón no les falta, hay que matizar, pero es que ya están hablando de que la tierra nos está aniquilando y como mucho yo digo que la tierra está gritando ayuda pero aniquilar, aniquilar, mientras no venga un meteorito como les pasó a los dinos deberíamos estar tranquilos…. más o menos.
En 2020 nos ha pasado de todo:
- Un Tsunami en Turquía
- La explosión de Beirut
- Un incendio en un mercado de Arabia Saudita
- Huracanes en México: Hanna, Delta y Zeta.
- Alerta por avispón asiático gigante en Estados Unidos
- Incendios en Australia con incesantes fuegos.
- 20.000 toneladas de diésel derramadas en un río del Círculo Polar Ártico al norte de Rusia.
- Siguió subiendo el calentamiento global de hasta 1.1 grados más que en la década anterior.
- El mosquito que contagia la fiebre del Nilo en Andalucía, con varios muertos.
- Una nube de langostas en los campos de cultivo de Argentina
- Y, por supuesto, el coronavirus.
Este 2021 tampoco hemos empezado con buen pie porque primero llegó Filomena con su nieve no vista en más de 50 años, luego llegaron las lluvias y ahora la tercera ola de Covid19 está en pleno apogeo.
Obviamente también ha habido cosas muy buenas, como el inicio del fin del coronavirus con la aparición de las vacunas por ejemplo, pero eso los negativos no lo cuentan porque buscan tres pies al gato para decir que esa noticia no es tan buena, ya sea por nuevas cepas o porque no se va lo suficientemente rápido.
Y el caso es que tienen razón. Obviamente algo ha cambiado y la tierra nos está diciendo que o paramos un poquito o nos la vamos a cargar para generaciones futuras. De hecho, en todo lo que ha pasado, todo provocado por el ser humano aunque sea de forma indirecta, hay cosas que eran muy evitables, como el diésel desparramado en el Círculo Polar, la explosión de Beirut o el tsunami de Turquía, pero es más que obvio que no lo hemos evitado así que no podemos echarle la culpa a nadie más que a nosotros mismos. Y para colmo de los colmos, ahora tenemos a toda la población de Granada muerta de miedo por culpa de los múltiples seísmos que están habiendo en la ciudad y que, por ahora y crucemos los dedos, no han provocado daños irreparables ni pérdida de vidas humanas.
División de reacciones
Ante todo esto yo he notado varias reacciones diferentes que acaban llevando a un mismo punto: vamos a pasar más tiempo en casa que nunca. Por un lado tenemos a mi amiga la súper ecológica (que ojalá todos fuéramos un poquito más como ella) y está invirtiendo un dineral en conseguir que su vivienda sea lo más eficiente posible porque tiene la intención de provocar el mínimo daño al ecosistema al tiempo que pasa más horas en casa, en familia, porque “la cosa no está como para ir a ningún sitio a seguir contaminando nada”. Incluso se ha instalado un sistema de autoconsumo de energía ecológica con placas solares de Eficiencia V, una pasada la verdad, pero muy lejos de mi alcance. Luego tenemos a mis padres, que también pretenden reformar su vivienda por motivos distintos, el Covid19 básicamente, “y futuras epidemias” como augura mi padre. También tenemos a un amigo, Arturo se llama, que es súper negativo y dice que nos vamos a ir todos a la mierda y que van a venir sucediéndose cada día más catástrofes por lo que más nos vale tener las viviendas preparadas para ello, etc.
El caso es que aunque unos lo hagan por catastrofistas, otros por ecologistas y otros por miedo al Covid19, el resultado final es que vamos a pasar mucho más tiempo en casa, por lo menos hasta dentro de unos meses que la cosa se vaya relajando un poco.
Yo soy de las que piensa que estas cosas han pasado siempre. Lo que quiero decir es que pandemias ha habido desde que el mundo es mundo, unas más fuerte que otras, pero siempre ha habido alguna: que si la gripe, que si la viruela, la peste, la tuberculosis… Puede que esto sea nuevo para nosotros, por lo tanto, pero no lo es para el planeta. Es más de lo mismo. Y eso no significa que no tenga miedo, yo soy de las muy precavidas que hacen todo lo que se les aconseja por parte de los expertos y tengo mucho miedo a perder a alguien por culpa del “bicho”, como lo llaman muchas personas.
Con las catástrofes naturales ya pienso otra cosa, porque si bien es verdad que también las ha habido siempre, creo que nosotros estamos provocando que cada vez haya más y aparezcan con mayor frecuencia. Nosotros y nadie más, nos estamos cargando el planeta, y en lugar de poner remedio aún hay personas que siguen diciendo que no pasa nada. El cambio climático va a cambiar la vida tal y como la hemos conocido nosotros y a muchos les da igual o no terminan de comprenderlo.
Sea como sea, en mi caos y con un bebé de 18 meses en casa, he tomado la determinación que si no me puedo ir de vacaciones no me voy, que si no me puedo comprar un capricho no me lo compraré, y que si no puedo tomarme una cerveza tampoco lo haré pero lo que sí quiero es tener una calidad de vida mayor en casa, la mejor que pueda tener, y para eso también he apostado por las reformas.
Al final, por H o por B, me parece a mí que las empresas de reformas son las que más beneficiadas van a salir de todo esto o, por lo menos, uno de los sectores que (si lo hacen bien) más posibilidades tienen de salir de esta crisis airosos y repuestos.
Sintiéndolo mucho yo no voy a poder instalarme placas fotovoltaicas como ha hecho mi amiga la ecológica para conseguir un sistema de energía renovable de autoconsumo en casa, más que nada porque el presupuesto no me llega para tanto, pero mi intención también es invertir en eficiencia y comodidad así que atención a lo que tengo planeado: cambio de ventanas por unas más eficientes, aislamiento en las paredes exteriores, cambio de suelos de cerámica por tarimas ecológicas y aislantes y renovación de tecnología hasta donde llegue el dinero.
Lo ideal sería cambiar también baños y cocina pero como esas estancias las tengo bien cuidadas creo que voy a empezar por lo otro para ir obteniendo las mejoras pertinentes. Lo único malo es que de cara al verano nos falta una cosa para poder pasar muuuucho más tiempo en casa: la piscina. Pero bueno, eso ahora mismo es un imposible así que vayamos a por lo más realista.
Las ventanas
Vivo en un piso heredado de mi abuela en el que ya invertimos un dinero importante para adecuarlo a nuestro estilo de vida y a las modernidades de la vida. Cambiamos la instalación de fontanería, la de la electricidad, cambiamos los suelos y la cocina por completo, pintamos paredes y pusimos muebles nuevos así que, estéticamente, parece otra casa y encima hemos conseguido estar tranquilos en cuanto a posibles averías de luz y agua se refiere porque ahora mismo todo es nuevo. Ahora bien, eficiente la casa no es.
Os hablo de un edificio con más de 40 años cuyo aislamiento es prácticamente nulo y cuenta con antiguos cerramientos de madera así que cambiar las ventanas por unas más eficientes es primordial. Nos hemos decantado por estas ventanas de PVC de Granada, con doble acristalamiento y cámara interior para conseguir también un buen aislamiento acústico, lo que me lleva a la segunda reforma que hemos contratado.
El aislamiento en paredes exteriores
Puede pareces una tontería para quien no entienda un poco cómo funciona todo esto pero en la costa española hay una humedad horrible que provoca un frío que cala en los huesos en invierno y un calor agobiante, sudoroso, en verano. La única forma de conseguir librarte un poco de esa sensación es contar con un buen aislamiento y cuando el edificio es tan viejo como el nuestro os puede pasar que incluso os falte la típica cámara de aire entre las paredes de exterior así que, ¿cómo podemos aislarnos sin dejarnos un dineral en el intento? Pues gracias al aislamiento sin obras.
Que conste que yo no sabía de su existencia, pero buscando información apareció esta web de Crear Sur Aislamientos donde explican que se trata de insuflar el producto aislante a través de pequeños orificios en la pared y luego cerrarlos cómodamente sin ningún tipo de obra mayor.
Este material nos aísla de la climatología pero también del ruido, por lo que me parece una auténtica maravilla conseguir tantas ventajas para una vivienda con bastantes años y sin hacer ningún tipo de obra. Totalmente recomendable.
Cambio de suelos
Y por último queremos cambiar los suelos. Cuando hicimos la anterior reforma nos pareció una idea fantástica instalar suelo cerámico de imitación de madera por su alta durabilidad y resistencia, sobre todo con animales y niños en casa, pero ahora que vemos como en invierno tenemos un suelo frío y poco hogareño nos hemos arrepentido. Una solución podría ser poner alfombras pero cuando eres alérgico a los ácaros es mejor descartar esta opción. Al final vamos a instalar este tipo de tarima de madera. Hemos elegido un modelo ecológico y muy resistente que nos ayudará a mantenernos calentitos en invierno y que respeta bastante bien el cambio de humedad en verano.
Con estos tres cambios en casa lo que pretendemos es aumentar nuestra comodidad, el de toda la familia, y el resto del presupuesto que nos quede (que no es mucho), lo invertiremos en una nueva televisión para hacer sesiones de cine familiares los viernes (porque a los cines creo que no vamos a ir en muchísimo tiempo) y, probablemente mejoraremos la climatización del hogar, aunque tal vez haya que esperar un poco para esta partida.
Quedarse en casa parece ahora la mejor opción, tengas la opinión que tengas sobre la situación actual, así que invertir en estar mejor en casa me parece lo más acertado ¿o no?