Los grupos de Whatsapp son un ejemplo de la falta de respeto que existe a día de hoy por el profesorado. Su autoridad se está cuestionando de forma general y esto está empezando a ser un problema muy gordo. Y es que si los padres y madres no respetan a los y las profes, sus hijos e hijas tampoco lo harán. ¿Qué sentido tiene entonces todo el sistema educativo?, ¿No se dan cuenta estos padres y madres que la presión de grupo que están haciendo no les permite realizar su trabajo con normalidad y de forma eficaz? Y es que ahora cada vez que un niño o niña suspende, es que el o la profe le tiene manía, que no se entera o que se emborracha, y l@s mayores, les creen, totalmente a ciegas y sin contrastar la información.
Es cierto que las madres y los padres tienen que participar, junto con el profesorado en la formación académica, pero desde la colaboración y el respeto, y siempre desde el diálogo.
En cuanto al sistema educativo, tod@s sabemos que deja mucho que desear, y los estudiantes son los que más sufren las consecuencias de su inoperancia, de hecho a día de hoy, el estudiantado aún no sabe cómo será la selectividad y teme que a mitad del juego, vuelvan a cambiar las reglas.
Tatiana es una estudiante de último curso con un sueño, quiere ser cirujana. Estudia muchísimo e incluso recibe clases de refuerzo en Pupilos, una academia especializada en los exámenes de selectividad, que cuenta con un excelente equipo de profesionales totalmente volcados en dotar a los alumnos y alumnas de las herramientas adecuadas para superar con éxito estas duras pruebas. Esta brillante joven sabe que no es suficiente con aprobar, tiene que destacar sobre el resto si quiere alcanzar su meta, y sabe que aquí pueden ayudarla. Y aunque es consciente de su capacidad, confiesa que le asusta tanto cambio, sobre todo porque necesita una beca para poder estudiar, su situación económica es bastante precaria. Piensa que es posible que no le concedan la beca, y entonces, tendrá que renunciar a su sueño.
El profesorado de ayer y de hoy
En el pasado, el sistema educativo se regía por la cruel regla de la letra con sangre entra. Maestros y maestras tenían total autoridad, los y las estudiantes callaban y sus progenitores, muchas veces, ni se enteraban de la violencia gratuita que reinaba en algunos de los centros escolares. Puede que esta no fuera la tónica general, pero lo cierto es que los y las menores quedaban totalmente desprotegidos ante unas leyes que no los tenían en cuenta. El problema era todavía peor cuando se trataba de estudiantes hijos e hijas de madres solteras, ahí la intolerancia, la prepotencia y la ignorancia, las condenaban, y esta condena, era extendida a sus hij@s. Lo mismo sucedía con las personas más desfavorecidas socialmente y con todos aquellos que se atrevían a contravenir los convencionalismos de una sociedad atrasada, misógina y racista.
Afortunadamente, al menos en lo referente a la actitud del profesorado, la cosa ha cambiado mucho, y eso a pesar de los continuos esfuerzos de los diferentes gobiernos por acabar con la educación pública. Los profesores y profesoras de hoy, son casi siempre, personas volcadas en su trabajo, profesionales formados y formadas, que luchan cada día por enseñar a sus alumnas y alumnos, porque saben que la vida no les será fácil. Son también, valientes, que muchas veces han de enfrentarse a las críticas infundadas de padres y madres, a la violencia en las aulas y al desprestigio social. Y eso por no hablar del difícil y duro camino que es necesario recorrer antes de, por fin, obtener un puesto en un centro de enseñanza. Porque además de tener estudios universitarios y máster en educación, estudios de magisterio o de pedagogía, los futuros y futuras profes, deben enfrentarse a las temidas oposiciones. En definitiva, que en muchas ocasiones, un@ no sabe para qué.
Por eso, es necesaria una colaboración, no un enfrentamiento, esto sólo traerá consecuencias desastrosas para tod@s, y los primeros que sufrirán serán l@s niñ@s.
Seamos más dialogantes y dejemos hacer.