¿Sabéis lo que es tener una hija patosa? Tal vez alguno de vosotros penséis que vuestro pequeñín es un poco patoso o despistado pero eso es porque no conocéis a mi hija Laira. En cuestión de un mes he tenido que comprarle dos pares de zapatillas, unas botas de agua y unos zapatos de charol tipo comunión y os puedo asegurar que ya tenía previamente de todo eso. Gracias a Dios que hace años descubrí Andandito, una tienda online de zapatos de niño y niña bastante económica, porque si no ya me habría arruinado.
Todo empezó un día lluvioso hace unas tres semanas. Laira tiene 6 años y aunque no es que hagan mucho deporte en el colegio, algo hacen, y ese día tocaba gimnasia, así que le puse las botas de agua para ir a clase pero le metí en la mochila las zapatillas por si dejaba de llover y salían al patio a hacer algo de ejercicio. A las once de la mañana me llamó su tutora y me dijo que Laira había sufrido un accidente en clase y se le habían roto las zapatillas, así que salí a comprarle unas nuevas y cuando llegué al colegio me encontré a la niña sentada en una silla con la zapatilla derecha abierta en canal por la mitad. No me preguntéis cómo, porque no sé cómo lo hizo, sólo sé que corriendo por el patio se enganchó la tela delantera de la zapatilla con la rama de un árbol y se cayó de morros contra el suelo rasgando, prácticamente, toda la cara delantera de la zapatilla, así que la apartaron de la clase de gimnasia y le pusieron las botas de agua que llevaba previamente. Hasta ahí todo tiene lógica ¿verdad? La niña es torpe pero sólo ha sido un accidente ¿no? Pues no, porque como se aburría viendo a sus compañeros hacer gimnasia mientras ella permanecía sentada en un banco, tuvo la genial idea de ponerse a imitar los movimientos que su profesor les enseñaba para estirar los músculos con tal suerte que se cayó de culo y quedó patas arriba, como una cucarachita, y cuando tiró a ponerse en pie se resbaló doblándose el tobillo, y la bota (que tampoco debería ser muy buena) se despegó de su propia suela, así que era como si cada vez que la niña anduviera la bota hablara.
Y eso sólo era el principio
Unos días más tarde teníamos el bautizo de mi sobrino así que, para no pillarme los dedos, le probé el vestidito que le había comprado para la boda de una amiga mía hacía un par de meses con los zapatitos de charol a juego. Gracias a Dios no había crecido mucho y le seguía quedando como un guante así que le pedí que se cambiara mientras yo iba a terminar de recoger el salón. De pronto la vi aparecer con el bajo del vestido, las piernas, calcetines y los zapatos llenos de pintura y la cara cubierta de lágrimas. Se había subido a la leja donde guardamos las pinturas de dedos con tal suerte que cuando por fin había agarrado la caja con los utensilios se le había ido el cuerpo hacia atrás y se le había venido toda la pintura encima. No le cayó en la cabeza, que dentro de lo malo habría estado gracioso, le cayó todo de cintura para abajo manchándolo todo y ¿sabéis eso que dicen de que la pintura de dedos no mancha? Pues mentira. Lo intenté todo para quitar los restos y aun así no lo conseguí así que, a pesar de que le puse otro vestido que había por ahí guardado tuve que comprarle zapatos nuevos. Y así sucesivamente, una detrás de otra. No he visto niña más patosa.
Y he de recalcar lo de patosa porque Laira es muy buena, si le pides que se esté quieta te hace caso y nunca inventa trastadas. El problema es que, como es lógico, no puedes tener a la niña atada a la pata de la cama todo el día y en el momento en que se mueve le pasa algo, o rompe algo, o se cae o algo similar.
Me he informado mucho al respecto y he leído muchos artículos que me han llevado a pensar que mi hija tenía un problema de coordinación. De hecho el 6% de los niños tienen problemas importantes de coordinación que pueden interferir en su desarrollo académico y su integración social. Pero no, la he llevado a muchos médicos y a la niña no le pasa anda, simplemente, es torpe.